Suciedad moderna – Pablo Balseiro Martín – #HistoriasDeAndarPorCasa
«Nos estamos cargando nuestro planeta», dijeron los expertos y personas de a pie. Y, para qué negarlo; tenían razón. Pero la gente no cambiaba ni se lo tomaba en serio. Algunos decían que sí, que es verdad, y que teníamos que cambiar.
Pero no fue hasta que casi estuvimos al borde de la extinción que empezamos a cambiar las cosas de verdad para salvar nuestro hogar que es la Tierra. Nos volcamos en la máxima absoluta de no contaminar más hasta el extremo de que era un estilo de vida.
Cambiamos los combustibles fósiles por electricidad. Reciclamos materiales para distintos usos.
Transformamos los materiales de construcción y cómo fabricarlos.
Llegó el punto en el que hasta el acto de contaminar o reciclar irresponsablemente era motivo de crimen tipificado, digno de multas astronómicas o encarcelamiento. Hasta ese extremo llegamos. Y lo más increíble es que funcionó: el aire estaba más limpio, los bosques se reforestaron sin demasiado esfuerzo… Hasta estamos haciendo esfuerzos por limpiar el fondo del océano, por mucho que sepamos que puede que sea imposible. De momento tenemos el 9 por cierto hecho, pero seguramente sea un trabajo que nunca terminaremos hasta dentro de varias generaciones después de la nuestra.
Con el tiempo, ni siquiera nos molestamos en salir de casa ¿para qué, cuando desde nuestros hogares podemos hacerlo todo? Desde trabajar sin el esfuerzo de estar encerrados en una oficina soportando al jefe gilipollas de turno o al compañero imbécil que te mangonea porque sí hasta hacer la compra online, con drones de transporte que te mandan tu compra directamente a casa. Más tarde se retiraron hasta los vehículos propios. Como la gente ya no sale apenas, el transporte público está a la hora del día. Nada de correo escrito; todo es digital. Y olvídate del entretenimiento fuera también; los servicios de streaming son lo que cuentan a la hora de ver películas, series o usar videojuegos.
Esto es la vida ahora: unos pocos metros cuadrados de espacio y todo un mundo virtual lleno de falsedades, entretenimiento y trabajo. Uno ya casi no ve ni la diferencia entre la diversión o el trabajo porque ambas contienen el mismo espacio. Si tienes a alguien a tu lado tienes suerte, pero ¿Y si estás solo? Es bastante aburrido, la verdad. Con todo, siento que hemos perdido algo en el camino de purgar a nuestro planeta de toda la mierda que le hemos estado lanzando durante tantos años. Pero no consigo recordar el qué.
- ¡Ey, vecino!
Como siempre, mi vecina de al lado viene a dar conversación. Como nuestros edificios ahora están todos más unidos entre sí (ahora se usan mucho más los bloques de apartamentos más que las casas individuales), es normal compartir ventanas en patios comunes con los pisos.
- Hola.
Y no consigo recordar el qué porque al menos tengo otros para no tener que hacerlo. Y mientras no estés solo del todo en el mundo, puedes con lo que sea.