Arquitectura en Mayúsculas – Octavio Mestre | Relatos cortos #SemanaArquitectura2022
Carlos I, el hombre que dominó el mundo se retiró en Yuste a una celda monacal; sabía que, una vez muerto, también eso le sobraría… mientras, Le Corbusier, el arquitecto que marcó el devenir de un siglo y construyera, en Chandigarh, la capital de un nuevo país, se construyó para sí un pequeño cabanon de poco más de10m2, como ejercicio de mínimos, con la madera de deshecho que sobra cuando los troncos se convierten en cabirones que usar en la construcción. En apenas 3×3 cabían dos camas individuales, una mesa para trabajar y un WC, todo mirando al mar. ¿Para qué quería un comedor, si comía en el chiringuito de su amigo Rebutato que estaba puerta con puerta… o una piscina, si tenía frente a sí, ese mar color de vino que cada día le ofrecía las mejores puestas de sol?… Y, si quería pintar grandes superficies siempre tenía las paredes desnudas de la villa de su vecina y amiga, Eileen Gray…
Y así, nuestro amigo arquitecto, que siempre intentó aprender en la piel de otros, buscar las soluciones antes de que apreciasen los problemas (solo así se salvaron los dinosaurios a los que les salieron plumas, antes de las glaciaciones, y pudieron emigrar), nuestro amigo que había construido en medio mundo, se reservó para sí un sitio entre acantilados, se construyó un refugio para asar pescado para los suyos, invitar a comer a sus amigos, escribir cuanto pensaba para compartirlo con los demás… y contar nubes… una casa, en definitiva, donde ponerse viejo.
Porque los arquitectos hacemos muchas cosas pero, sobre todo, hacemos casas. Eso le dijo Coderch, a nuestro amigo cuando, siendo estudiante veinteañero, le preguntó ¿qué había ido a hacer a su estudio?… Nuestro amigo quería “aprender a hacer buena arquitectura”. Y el maestro le dijo que “él no hacia arquitectura, sino casas”. No especificó si la arquitectura era con o sin mayúsculas. Y nuestro amigo nunca olvidó su respuesta, porque cuando uno es joven, es una esponja y podría repetir diálogos mantenidos con tantas gentes con la que se ha cruzado y ha admirado, ha querido (o ambas cosas)… y le han ayudado a hacer la vida más merecedora, a hacer del mundo un lugar más acogedor.
Con los años, cada vez se necesitan menos cosas… Solo las esenciales. Arquitectura en mayúsculas es la que daría respuesta a esas necesidades. Y, por esenciales, entiendo las que aportan una dimensión espiritual y simbólica al mero hecho de construir. Basta dejar hablar a las piedras, escuchar al lugar… y bajar la voz. Siempre la arquitectura está por encima de los arquitectos…las obras quedan.
Sainz de Oiza decía que “estaría de acuerdo que derribasen las pirámides de Egipto… siempre que alguien fuera capaz de hacer algo mejor”. Hacer de un lugar, el lugar favorito de los que uno quiere, me parece mayúsculo premio a nuestro trabajo de arquitectos.
Octavio Mestre, arquitecto
Notas
Acabo de volver de visitar la casa de Eileen Gray y el cabanon… toda una lección de arquitectura… y de vida.
La cita de los dinosaurios a los que les salieron plumas es de mi admirado Jorge Wagensberg.