La tiza azul – Pedro Torrijos | Relatos cortos #SemanaArquitectura2021
Habría que excavar. Estaba claro que iban a tener que profundizar en la tierra porque ese sustrato no era propicio. Demasiado blando, demasiado yermo, demasiado inestable.
Sosteniendo la cuerda de señalización, el operario avanzado se maravillaba de cómo algo tan sencillo iniciaría un proceso casi imparable de regeneración. Primero llegarían los vehículos de perforación, devorando rocas y limos, después las primeras semillas líquidas, después los engranajes metálicos, hábilmente engarzados entre sí mismos. A partir de allí, de ese punto cero, crecerían los dispositivos de limitación contraambientales, que separarían eficazmente todo lo de dentro del entorno hostil.
Después aparecerían las familias. Y luego, el mundo.
Pero todo iba a empezar con un gesto sencillísimo, con una marca de tiza azul. Porque daban igual los años y los siglos, daba igual las paredes y los techos, las tecnologías y los lugares; daba igual que se construyese en sedimentos volcánicos, en glaciares imposibles o en vergeles blandos; daba igual que el futuro de la civilización dependiese de volver a aprender a crecer. Una casa siempre se empezaba con un replanteo y un replanteo siempre se empezaba con una cuerda impregnada en tiza azul.
El operario avanzado soltó la cuerda y una línea frágil quedó marcada en el suelo.
Pedro Torrijos