Volver para avanzar – Anaïs Martín Tapia | Relatos cortos #SemanaArquitectura2021
Cuando era pequeña y venía a Granada a ver a mis abuelos no entendía que llamasen río a eso que estaba al lado de su casa. Yo vivía en Córdoba, veía el Guadalquivir cada día y sabía que aquello, fuese lo que fuese, no era un río. Era más bien un cajón con agua, que normalmente estaba sucio y a veces olía mal.
Años después, me mudé definitivamente a Granada para estudiar arquitectura. Seguía pasando cada día al lado del río y después pasaba (muchas) horas intentando aprender qué es ser arquitecto.
Al principio pensaba que era justo eso: hacer, hacer, hacer. Una casa, un museo, un hospi- tal, un centro de interpretación, un plan parcial, una intervención en el territorio a escala 1:50.000.
Cada día. Hacer, hacer, hacer.
Construir más. Construir mejor (con suerte).
Algunos años después, muchas miradas al Genil más tarde, pasadas muchas clases de proyectos, entendí que había arquitectos que creían que a veces lo mejor es no-hacer o, en todo caso, deshacer.
Tal vez eso era lo que pedía el río, volver a ser como era hasta principios de los 90, antes de que la fiebre de la construcción nos hiciera pensar que lo más avanzado era lo desna- turalizado.
Ha llovido bastante y la renaturalización del Genil ha ido y ha venido. Se ha plasmado en muchos documentos y se han hecho muchas peticiones en distintos ámbitos.
El río sigue a día de hoy siendo un sarcófago de hormigón que requiere de limpiezas anuales para conservar -más o menos- su compostura, pero por suerte ahora entendemos mejor que devolverlo a su estado natural no es solo un favor que le hacemos a él, sino que se lo hacemos a la ciudad que habitamos y, en definitiva, a nosotros mismos.
Sigo cruzando una mirada prácticamente diaria con el Genil. Está igual que en 2003, cuando empecé a vivir en Granada, pero me gusta pensar que es mucho más optimista que entonces, porque ya nos escucha hablar de la renaturalización con más convicción. Por eso cada vez que nos vemos le guiño un ojo.
Porque ahora la ciudad que queremos es mucho más amable y vamos aprendiendo que devolver espacios urbanos a su estado original es un proyecto ambicioso que quizá toda- vía no, pero está cada día mas cerca de ser prioritario. Volver atrás para mirar al futuro.
Anaïs Martín Tapia